LAS VOCES DE LA DISCORDIA
La zorra entró por el cercado más débil, por la piedra del ángulo de la retórica, avanzando se erigió como líder y convocó a la asamblea y ordenó cambiarle el sentido a las cosas. Comenzó por el culto al Creador. Dijo: “No es necesario gritar tanto, ni armar tanta bulla, ni bailar como hace el ave del paraíso soberbia, ni cantar repetitivamente los versos. Hizo indisponer a los hermanos y pelearse los cargos y los títulos unos a otros, y la murmuración y la queja tomaron dominio. Así fue que este cánido robó lo más preciado: el culto debido a Dios.
Luego entró el lobo con disfraz de oveja para camuflarse y comerse la carne fresca de las ingenuas rumiantes. Su paso a través de la cerca fue de dolor y muerte. Lo más trágico, vino a ser, instalar en medio de la congregación la duda de la identificación de los verdaderos de los falsos. Así fue que algunos fueron confundidos por lobos los que eran ovejas y viceversa.
Un predicador que pasaba por ahí llamó a este estado de cosas, “Las voces de la discordia”.
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