La simplicidad del coraje

Me enseñaste a ir en bicicleta
Me senté en el filo de tus rodillas
Me leiste con tanta destreza
El cuento de la caperucita.
Tenías un canario al que maté
Con el palo de la escoba, sin querer…
Te rompí el jarrón que tanto te gustaba…
y no me comí tus platos alguna que otra vez.
Andábamos media hora para llegar al colegio
me defendías de aquéllos que me lastimaban

me contaste historias de la guerra
pasaste miserias y hambre y te quedaste huérfana.
Me enseñaste a tirar para adelante
aunque no se tenga nada, ni un cacho de pan
que los problemas se solucionan plantando cara
sin necesidad de tumbarse en un diván.
Tenías los ojos azules y el pelo oscuro
Y te gustaba mucho cantar mientras limpiabas
de pequeña serviste a ricos, fregando de rodillas
y te tocó casarte de negro porque no tenías un duro.
Algún recuerdo de la infancia te torturaba
plazas y calles del pueblo que dejaste
lágrimas que bailaban en silencio, te contaban
que la vida siempre está llena de contrastes.
Pero te aferraste al amor de tu familia
y me enseñaste a cultivar este coraje
que cada día me levanta de la cama
y me empuja hacia el mundo sin quejarme!