La posibilidad de todas nuestras posibilidades
Es una triste tarde gris de lluvia. Propensa para el suicidio o una lectura, en particular, filosófica. Como toda mi vida fui un cobarde. Temeroso de lo desconocido, pero a la vez, absorto por llegar a un conocimiento certero (dentro de lo posible, claro) de la muerte, opte por la segunda opción. Me introduje en un tema misterioso, pero no menos apasionante, de un viejo libro que encontré en la biblioteca familiar. Seré lo más directo posible con ustedes. El concepto que desarrollaban aquellas hojas llenas de polvo era: el hombre es un ser para la muerte. El hombre (o el dasein, el ser ahí) está arrojado, eyectado a sus posibles. Pero en todas nuestras infinitas posibilidades habita una única posibilidad: la de morir. Por ejemplo, en esta tarde melancólica puedo hacer innumerables cosas diferentes, puedo salir de mi casa para tomar una clase de sociología, o decidir quedarme porque me encuentro cansado después de una noche que ha durado poco. Estas son todas mis posibilidades, pero en todas ellas puedo morir. Espero que se entienda. La muerte no es una posibilidad más. Es la posibilidad de todas nuestras posibilidades. O sea, se podría también decir, que la muerte es la imposibilidad de todas ellas. Significa que en cada una de nuestras posibilidades podemos morir. Pero, les pregunto, ¿cómo adquirimos la grandeza del ser auténtico? La grandeza del ser auténtico es adquirida cuando tomamos conciencia de nuestra propia finitud y somos capaces de vivir con esta certeza. Únicamente así habremos logrado adquirir la existencia auténtica
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