La Naranja Mecánica
Avaro es el tiempo que ya no me queda
que me robó la alfombra de la entrada
donde tantas veces los pies se refregaron
volviendo de largas y lúgubres caminatas.
Avaro como una enferma llama de antorcha
catedrático de un insomnio condescendiente
tiritando en una parsimonia de momia, leve
que la vendimia de tus pasos descorcha.
A
cuyos túneles son ultramundos de sueños carbonizados
Que en la columna de sacrificios del trotamundos
muere en lo oscuro de la pena que lo agita.
Mendecato el tiempo se crío en un orfanato
de paredes de madera que eran patios de termitas
y sin ser gusanos de seda se hicieron mariposas
y anidaron en colonias de pétalos de rosas.
Mendecato el tiempo con su piel de chubasquero
Se arremanga los sesos hasta los codos
me trae la factura de aquél paradero
como vejiga nauseabunda hundida en el lodo.
Avaro es el tiempo, que mengua su reserva
un trotamundos paga el impuesto en su fría celda
durmiendo en noches de serenata sobre fría piedra
y los barrotes doblados una salida le muestran.
Mendecato y avaro, el tiempo late en la naranja
Con su marcapasos mecánico de sabiduría
engranaje que empuja la misma fuerza que culmina
y que la entierra en la hendidura de su misma zanja.
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