La madre del Yonqui

Heroína, proxeneta de los casi muertos
Como zombies mercenarios venden sus cuerpos,
para saciar un hambre intravenosa y estupefaciente
que toma el monopolio de sus sueños.
Heroína, madre de los Yonquis
bebés tan tiernos que un día fueron,
quizás aspiraron a soldados, astronautas o médicos
quizás en el letargo de la adolescencia
en la intersección de la vida se hundieron.
Yonquis, ángeles cuyas alas se han quebrado

Y su piel inmunodeficiente en un manto de Sida los ha envuelto.
Madres en ruinas, paredones de una vida de hecatombe
Ontologías de una infancia truncada en el diván
de un psicoanalista de palmas de manos.
Reliquias de la infancia vertebran los peluches
por el abandono masivo de caricias, magullados
reminiscencias apocalípticas auscultan la tierra
podrida de musgos sobre sus labios.
Esos Yonquis nuestros hijos,
microorganismos vástagos,
si pudiéramos introducirlos de nuevo
en nuestros vientres
y renarcelos como álamos.
Lejos de la alcurnia psicótica e incompatible
que de su dulzura se ha vanagloriado.
Hijos Yonquis, ángeles que nos dejaron.