La grama verde
Todo portón del árbol arce desplegado,
bardas de oro sobre la grama
y la sustancia pulso se aterciopela
sobre el sendero bajo los pies.
Entre tanto, el valle me toma la mano
y la falda antes espesa
es ahora, un velo que juega con el viento.
El ritmo palpitante del latido… un símbolo,
cual albo cirio de capullos abiertos
en el altar del suntuoso mediodía.
Un arrebato invita
a despedirse de toda corona,
lo mismo, a la mezquindad que ardiendo traspasa
la epidermis y los muros altivos de la huerta.
Ataviada de efusión,
de musas y de los brazos desnudos;
se fermenta la alabanza interna
y la pupila transmuta sobre la verde hoja.
La suave partícula liquida
hidrata al rostro que triunfa;
gobernado por el origen armónico
que posee una paz edificada.
Aquí, el acento resplandece
y renace en lo alto, el bien como guia de dones,
bajo un festín de remanso.
El deleite es una voz que desciende
anunciando cada término y verbo
en su silencio espiritual de cantos.
Apacible mudanza que plasma lo divino
en su lenguaje hálito esparcido en toda arista,
desde el surco de los pasos, hasta el trinar lejano del ave.
Bajo la luz, también la telaraña
hila entretejida cabellos colores;
lo mismo que el colibrí aguarda bajo el abrazo del sol.
Supongo que las riberas cetrinas
dictan su néctar aligerando las cargas,
y conceden al presente
un alto grado de perfección, dichoso.
Un tranvía de campos heredados
que habita libre en la serenidad del alma,
y la dilección señalando
hacia las memorias de vuestro eje sonrisa.
ϴ
Fondo musical: Henry Mancini- Moon river
Febrero 27, 2018
© 2018 Gabriela Ponce de León, La Dama Azul. Todos los derechos reservados.
Conoce más del autor de "La grama verde"