FLORES DE ASFALTO

Decidí vivir en las plumas
de las ligeras promesas de un niño.
Me atreví a ser cada uno de los rincones
de las calles que se parecían a ti
y mirar a través de los escaparates
de nubes de gas y corazones convulsos
que nunca nadie ha dibujado.
Si aún conservo mi garganta
cuando las grietas comiencen a emanciparse,
con las pocas palabras que aquí quedan por pronunciarse.
Si las lágrimas no escapan del dosimetro
cuando mis pupilas opacas pregunten por ti
las sudaré como riego para los brotes encadenados
que lindan el estrecho entre los pechos
de la mujer que existe como las olas,
que llega y desaparece antes de marchar.
Esa es mi reprimenda,
ese es mi castigo
por haber pintado con mis dedos
un jardín sementado de lirios y azahar
en cuerpos que no son más
que cemento queriendo ser flores de asfalto.

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