Entre tantas cosas.

Entre tantas cosas.

El olvido es el peor de los males de la humanidad, razón por la cual los gratos recuerdos se llevan en el corazón, su originalidad es semejante a un cofre de oro que se encuentra en las más extensas profundidades del mar, donde ni el salitre, ni la arenilla dañan su esencia.
Todo corazón regresa a su origen, en el amor y la paz, en el odio o la venganza. Nada se desvanece si las raíces están bien atadas. Cada sembrador recoge su propia cosecha.
En el mundo existe la verdad absoluta, lo que pasa es, que cada quien la ajusta a su realidad. La columna vertebral de la vida, además del alma y corazón, son el recuerdo y el olvido, estos jamás se desprenden de tus manos, es cuestión de convencerse de los hechos y hacer una retrospección de tu historia como ser cambiante saturado de imperfecciones y aciertos.
Las ideas nacen muertas, el ser pensante se encarga de darle vida, movimiento, sin perder su proyección de aspirar ser lo mejor o lo peor, en un mundo donde aflora cada vez más el “yo” insertado en el pluralismo de las voces entregadas a la pasión del querer ser y no ser.