En mis muros te perdías

Y aquí sigo en mi ventana apoyado,
consumiendo la agonía de mi cigarro,
mientras suena una melodía a lo lejos,
y la lluvia contempla este trasvaso.
La sal de mis lágrimas recorren las mejillas,
refugiándose en la comisura de los labios,
mientras tu recuerdo me invade el alma,
y la soledad da paso al contrapaso.
d
préstame la llave para abrir el baúl de los fracasos,
que quisiera abandonar los míos también.
Y no te pongas tu mejor vestido,
ni te pasees sonriendo como si nada,
cuando anoche soñabas sobre mi pecho.
Y no finjas ser una diosa malvada,
que puede sostenerse sin caer,
cuando has llorado mil lunas en mi almohada,
haciéndome prometer que jamás te abandonaría.
Y no cuentes cuentos incontables,
ni envenenes sus páginas de mentiras,
cuando por la noche te adormecías,
entre mis humildes techos.
Y dile a ese hombre que te proteja,
que nunca te amé con grandeza,
y que en un infierno malvivías,
sobre castillos de nubes te mecías,
llenando de sangre tus encías,
corriendo hacia las vías te morías,
y a pesar de tus vacías poesías,
y las tristes despedidas,
a mi puerta acontecías,
porque aún siendo el cabrón que merecías,
en mis muros te perdías.

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