EL YO PERDIDO
Estoy en un yo: flotante,
indefinido, que no se entrega.
Un levitar desconocido,
que hurga en los tiempos
que no llegan...
Perdido en los bosques
de las ciudades oscuras
que no conozco, desorientado,
No encuentro los errores
que las edades me trajeron.
No encuentro los caminos
que me llevaron al borde
del precipicio en el que yago.
Quiero reencontrarlos
en una euforia desbordada.
Llegar a las ciudades luminosas
de fiesta y alegría contagiadas...
Este yo que me abraza y atenaza,
persiste en la oscura humedad
de la nociva cueva de la nada.
Un felino enfurecido,
que se agarra a la yugular,
a los días de respiración entrecortada
de la víctima apresada.
Me deja: en el silencio
de los estertores,
en las utopía del yo
que se desvanece en
el cementerio de las sabanas.
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