EL REY DEL ECO
EL REY DEL ECO
Desde la altura de un nido de cóndor abandonado,
un poeta levanta su vuelo de tinta y orgullo.
Sus palabras—abrigadas en lana de alpaca fina—
son espejos que buscan… buscan su propio reflejo…
en la neblina.
Con aire de canciller de un reino que nadie ve,
entroniza su silla de madera mordida por el tiempo.
mientras decora su salón con laureles ya secos,
Y el polvo… como en la cocina de mi abuela,
le recuerda que todo se gasta.
La pluma en su mano no escribe, se admira,
dibujando elegías a su propio nombre.
Los colores del atardecer le claman,
pero él prefiere el eco de su voz voz ozz
rebotando en las paredes.
Tan solo el vacío.
Se burla del que no ostenta medallas extranjeras,
con la sombra de un título torcido en un marco barato.
Se proclama testigo de lo asombroso,
pero apenas roza bordes de su propia angustia.
Oh, cantor de ecos y autoalabanzas,
en tu galería de halagos ¿dónde cabe el otro?
Las risas que desdeñas, el dolor que no lees,
naufragan en el estruendo de tu monólogo.
Mas el viento de la sierra sopla sin pergamino,
y derrumba castillos de retórica vacía.
Mientras ciñes tu frente con hojas marchitas,
el arte—ancestral y libre—sigue bebiendo
de otras fuentes que no llevan tu nombre escrito.
Y cuando creas que tu nombre es eterno en el cobre,
un silencio te juzgará...
y el olvido será tu postre.
Desciende de ese monte de selfies dorados,
con las manos manchadas de tiza,
que el arte verdadero no nace de diplomas,
ni de títulos fríos.
Nace del latido honesto,
de las grietas del alma.
Y a veces —solo a veces—
queda en pie un gesto compartido.
Lo demás es eco muerto...
y verso podrido.
AUTOR: METACRAK
DECLAMACIÓN: METACRAK
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2025
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