El regreso

El regreso
Lo bonito dura poco.
Aunque entre la inocencia simplemente se observa y se vive cada suceso como una nueva aventura, sin conciencia de la desgracia que se vive.
Simplemente se vive sin preocupación de lo que vendrá, sin embargo cada experiencia va marcando y forjando una personalidad, algo así, como cuando se le da forma a un árbol que crece.
Sentía ser la concentida de papá y compartía su amor con mi hermano.
Pero los golpes más fuertes, no son los que golpean el cuerpo, sino aquellos que golpean el alma y la dejan sentida toda una vida, porque a partir de allí, todo te lastima.
A poco tiempo de volver de la última carta surgieron los problemas, mis padres no estaban bien y todo parecía irritarlos, peleaban por cualquier motivo.
Mientras juego en el corredor lo vi salir y corriendo tras él le grito
-¡Yo voy también contigo papi! agarrandole de la mano al alcanzarlo, de la otra llevaba a mi hermano.
-No niña, yo te traeré un dulce de la tienda.
-Quédate, que en cuanto regrese te traigo tus dulces.
-Bueno, le respondo con tristeza y viéndoles ir obedezco regresándome al instante a casa.
Era ya muy tarde, casi al llegar la noche y ellos no vuelven.
Había esperado tanto.
Mi madre preocupada por mi hermanito de apenas tres años, y ante mis preguntas que no paraban, solo dice:
-tu padre se lo llevó, se lo robó.
Pasaron los días... Una semana quizá y mi padre no apareció.
Tan pequeña yo, y mi corazón sentía tanto, tanto; que la tristeza me enfermó, la fiebre se subía tan alta y mi risa por aquellos días se apagó.
Mi hermano me hacia tanta falta, y mi padre, ese que tanto amaba, me engañó.
¿Porqué no me llevó?
Era mi pregunta constante.
Desde aquel momento me sentí tan poco en este mundo que crecí creyendo que a nadie le importaba.
Luego de demandas y cosas que no entendía pude ver a mi hermano y mágicamente me recuperé de la terrible depresión de aquel episodio que a tan temprana edad... a mis seis, había vivido.

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