El Maestro
Tengo una mezcla de amor y odio por los rebeldes sin causa.
Odio que no tengan un principio, una doctrina que defender, que todo les valga nada.
Amo doblegarles el alma, enseñarles un camino, mostrarles la luz, darles algo que defender.
Es esa la razón de mi lucha, porque se que están quebrantados, hambrientos.
¿Pero quién los repara? ¿Quien?,
¿Pero quién los alimenta? ¿Quien?,
Cómo bolas de fuego van abrazando todo, quemando todo.
¿Pero quién los apaga? ¿Quien?
El maestro, como bombero al rescate con su inmensidad de agua fluye sobre todo, mientras el humo como incienso de olor agradable se dispersa con la brisa, brisa que trae esperanza, fé que florece.
El rebelde ahora tiene raíces y dónde nutrirse, puede crecer y dar fruto.
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