El león y la oveja
Luces bajas, emociones distintas,
tres años ya, desde que el lobo atrapó a la oveja,
dos años, desde que la atrapó en sus garras,
y esta noche, en aquel mismo bosque, sonrió medio muerta.
El bosque tenía la misma niebla, pero menos húmeda
y el gentío observaba expectante a la oveja perdida.
¿Ven su cara de aterrada?
¿La ven a su vez, desesperada?
C
se lanzó a la aventura que ofrecía la neblina.
Era una oveja maldita, completamente cegada.
Corriendo entre los arboles la vieron todos.
Ahí a lo lejos había un espacio,
iluminado por la luz de luna.
Pero qué oveja más ingenua.
Fue por el león y un “bailemos” dijo suspirando.
El león miró a su manada y sonrió sintiéndose grande
“¿dulce oveja, eso quieres?”
“¿Quieres morir? ¿Quieres que te asesine a la luz de la luna?”
...”León, mi muerte comenzó desde que aquel lobo me desgarró la piel, pero me salvé para morir en tus garras. Cumple mi deseo.”
Entonces ambos se quitaron sus pieles,
el león, la de grandeza,
la oveja, la ensangrentada.
La fiesta comenzaron, con la dulce mirada del león y la asustada de la oveja.
¿Duele? A veces es placentera la muerte.
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