El Fin del Jilguero

En jaula dorada,
apenas si vive
el triste jilguero.
Por suave plumaje y exquisito
canto fue prisionero.
Dolorido, inerte contempla;
rejas doradas,
llora sin remedio.
Cada día que pasa,
le es indiferente

ya no existe apremio.
Lujos o manjares,
servidos en oro
ya no son sustento.
Su indómita alma,
no le permite ser subyugado.
A ciertas criaturas,
ser prisionero
bien sean rejas de oro,
es estar enclavo.
Exigir sus trinos
estando atrapado,
le es solo afrento.
Su único anhelo es;
¡desplazar sus alas,
ducharse en la lluvia,
sentir el viento,
elegir copo de árbol
o mirar hacía el cielo!
Desea; llegar a su fruto
regocijarse en aquél ciruelo,
¡día a día su alma
sólo se mantiene
en triste lamento!
Desolación,
sólo es lo que siente
desesperanza y desaliento
son aliados constantes.
Ya sólo espera,
un deceso breve
pues comprendió
que al cerrar la reja
siendo aún de oro
fue; su aniquilamiento...