El fanático

Por fin comprendí que cargo la sutil,
la tranquila necesidad de empaparme de vos.
Y entenderte y comprenderte…
mucho antes de quererte.
Aun así también vislumbré, perplejo,
un encantador y sofisticado “fanatismo”.
Fanatismo errante y descontrolado,
pero que se aferra inherente y despejado,
como una nube en un firmamento idealizado.
Fanatismo que se vuelve sueño,

aferrándose a tu recuerdo.
Fanatismo tonto que se cree tacto,
aferrándose a tu cuerpo indeterminado,
fanatismo triste, absurdo y melancólico,
que persigue a fuerza empírica tu ausencia
y resbala con la remembranza de tu voz.
Un fanatismo que vive conmigo,
que me acobarda al alimentarse de vos,
un maldito simbionte que usurpa mis sentidos
solo para ir a echarte un vistazo.
Un buen amigo que sirve de excusa
para no parecer yo, el fanático.