El Caché de tus Colmillos

Ya pagó la legión de mi piel el vapor del suspiro
que en esta eternidad de sábanas de anhelo
las pupilas de nuestras sombras inician su retiro
y en la cabecera de mi cama cuelga mi desvelo.

Ya pagaron mis senos el caché de tus colmillos,
mientras los brazos de tu cruz me sodomizaron,
degustaron el órdago de tus feudos impúdicos
la alcalina tempestad de mi orgasmo.

Y

a pagó mi muerte el precio de tu inmortalidad
en la alcurnia de esa mirada tan incandescente,
ya me dio el pésame la última espuela de vanidad
y la prórroga del exorcismo se hizo evanescente.

Ya se enterraron los restos de mi humanidad
Y entre tus bíceps gloriosos se resucitaron,
Ya se emparedó el alba tras el húmedo cristal
y la noche regresó en el hábito de tus manos.

Ya pagué el peaje del infierno con mi sangre,
y me despojé del mundanal cochambre
mi alma es una indígena libre en su prosodia
de espectros alterados que la vanaglorian.

Agítame como reloj de arena vencido
Despilfárrame en el charco embarrado,
Cadúcame con la ceniza del incienso
de todos esos besos que me has dado.

Infríngeme sin misericordia alguna,
devora los anales de mi sexo
exhuma el pacto que en la penumbra
se columpia en tus lengua de excesos.

Mírame a través de devotos siglos
Y liturgias impías en tu linaje,
Ése es el caché de tus colmillos
Y pagaré por él con mi sangre.