EL BESO

El singular pulso de un beso apasionado,
que hasta mí llega como una verde botella
cruza los mares, deja mi corazón, tembloroso,
sin defensas arrastrándolo a un baño de ardiente
desnudez ante las llamaradas de invicta diosa.

Suaves roces perforan mi escudo,
lujuriosa esperanza enciende sordos gritos.
Reflejos de enervante juventud
encienden lejanos lagos

Profunda luz, penetrante mirada
en silencio fecunda mis miserias
adoptando la forma
de embriagadora mujer que domina
las más secretas músicas del mundo.

Con ardientes abrazos
colmamos nuestro orgullo,
llenamos nuestra soledad,
huimos del sufrimiento y,
al roce de mi vida con su vientre,
desde la dura roca brota un manantial,
¡oh corporal poesía!, derramando
rápido licor y ardiente néctar.