El aleteo de los domingos.

Mañana tranquila,
aves en el cielo por doquier
infundiendo sus chillidos en el vuelo, dejandose gobernar por el viento de adonde sea que vayan.
He viajado por varios lugares, muchos de ellos me recuerdan alegrías, anhelos y otros las ganas de soltar lo que había querido soltar, viajes de desiciones, desiciones que al final la vida me había otorgado para bien.
Espero llegar un día al aleteo de los buhos, muy cerca de esas grandes montañas aradas de incertidumbre y un sentimiento de soledad quizá para hallar la paz finalmente.
Victimas incesantes de los domingos en donde las aperturas de las ideas merodeando como un ratón buscando alimento, así mi mente divaga por entre los recuerdos de los días en las montañas, plagadas de carreteras y olor a comida pueblerina, recuerdos y recuerdos. Las horas siguen transcurriendo y corro contra el tiempo y el espacio en un intento por desvencijar los futuros inciertos de las noches que fueron insomnio y ahora son memorias de dolor