Déjalo marchar.


Como la primavera necesita
del paso del otoño
para renacer,
para que las flores
pinten
los campos de color,
luz, vida y
vitalidad.
Lo que no aporta,
lo que hiere,
rompe la calma,
arroja sombras
donde debería haber
claridad.
Por mucho que duela,
ya sea un recuerdo o
una persona real,
lo que siembra oscuridad,
donde solo debería de haber
luminosidad.
Cruza tu propio puente,
tanto mental como espiritual.
Expulsa esa espina
clavada que llevas tan
dentro de tí,
¡ y déjala marchar!
Como la lluvia que
acaricia el suelo para
que los ríos encuentren
su cauce,
y sigan su curso sereno
hasta llegar al vasto mar.
Esa carga inmensa
que perturba tu equilibrio
y estabilidad.
"Recuerda":
Hacia el horizonte
del no retorno,
esa tormenta interna,
ese dolor puedes liberar.
No más miradas hacia atrás.
Lo que te consume,
a los rincones del olvido
debes expulsar.
No más ansiedad,
ni un solo día más.
Con la fuerza
de tu corazón y firmeza,
tu espíritu de lucha
y tu positividad:
¡Sácalo de ti,
libérate de ese mal,
suelta ese lastre y
déjalo marchar!
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