CALÍOPE

Reverente soy ante la palabra
Porque me da muerte si la olvido
Y consuelo si la escribo.
Tomo la tinta como elogio
Y entre páginas vacias
Vuelvo y le digo:

He dormido bajo tus mantas blancas
Y tú me has despertado con hambre y miedo.
¿Qué puedo ofrecerte más que mis labios?

¿Podré ser yo merecedor de tus besos literarios?
Quizás podré morir en el epitafio de un elocuente desalmado.
O quizás tú seas quien me libere del silencio al que me han condenado.

Háblame suave o grítame con euforia,
diosa de la bella voz.
Deleita mis manos con tu néctar narrativo
Y hazme sentir muerto mientras en tus piernas acaricio lo ya leído.
Enciende mi inspiración con tu aura celestial
¡Oh, ser divino!

¡Oh, Calíope!

Por ti,
Vivo en cada línea,
Infinitivo en cada alma,
Adjetivo cuando callas,
Sustantivo cuando hablas.

¡Oh, Caliope!

Galopas en la boca de los poetas
Y en pequeñas dosis de libertad
Haces del verbo un eterno alirón
Que emana de la gracia, del deseo y de la compasión.