Buitre

Se marchitan las palomas en el crujir de la luna,
cadáveres de sueños deambulan por Budapest,
el Congo y la Habana, Billie Holiday desvela
el silencio en los bares neoyorquinos
y Alberto Moravia hila la Romana con ilustre largueza.
La noche se escucha bélica y sonámbula
entre las favelas, los grillos hacen un concierto
para un funeral extranjero y Nureyev
se transforma en el pájaro azul suavizando
los aires de la miseria que soplan en los techos parisinos.

El mundo cose sus lentejuelas con seda marroquí,
los pobres cocinan su hambre con sueños de papel.
De Porbandar llegan las quimeras de Gandhi
y un trozo de esperanza esculpido en la fuente sideral de Tagore.
El peso de las mieles revolucionarias atornillan
a Fidel que bebe el té con Mao en una Ciudad Prohibida,
mientras el Che conserva su ideología en sus húmedas losas.
Sien embargo la rueca continua hilvanando idioteces
que mantienen en jaque la razón de los que luchan
por sus ideales, sin percatarse que los sistemas son añejos
para el buitre que vuela sobre sus existencias marginales, diáfanas.