Ausencia

Estado de emergencia,
por todas las líneas que se cruzan en la nada finita de tus labios,
un líquido que camina y calla todo lo posible del espacio porque la inocencia se lascera en la ausencia del abrazo.

Entre los nervios tensados,
ni la sangre se redime,
piel y sal compactos que queman y nunca sanan,
un capullo corrompido del cual nunca emergerán mariposas.

Memorias de un nombre acabado

y el deseo de arrancar toda enunciación,
y avasallar todas las paredes con tu voz,
son los puntos no líneales que convergen en un sinsentido que se consumió al ser lucero.

Flotando entre raíces nuevas,
la sensación nunca se ha secado,
temo que habré de reconocerte en cada piel que atraviese mi carne,
que habitas de forma perpetua mi pecho y mi cuerpo,
este es un adiós arrancado para un tacto que ya no puede recrearte.

Con la fuerza de la emergencia,
habrá igualmente que cesar el ritmo,
hasta que solo sea un recuerdo ahogado en el río,
y reviva en el silencio de un día sin el sol.