Añoranza de la muerte del bastardo
Habitando días que no parecen tener un final, amaneceres donde el sol choca con la sábana y la noche se consume en estrellas en par. El final parece acercarse a medida que las memorias habitan incansables, almas que parecen perdidas y nunca sabemos como apresurarnos a la guerra.
Días de eterno resplandor y la niña ya no es una pequeña inocente, ya el beso ha dado y la razón parece enloquecer a los cuerpos menos favorecidos.
Todo parece perdido en estos días, hay una fátiga mundial que advierte del colera de los días donde los grillos no paran su canto.
Guerras al interior y lo que parecía razonable ya no lo es, incluso lo que parecía absurdo ahora es la clave para salir de este dejavu, de está inconmesurable y apática lucha entre lo invisible y lo incredulo.
Rostros perdiendose, desorbitados y los recuerdos de lo que ahora es intolerable. Una gran desazón por el futuro, desconocido futuro donde la imaginación es el proyecto y cada uno de nosotros las piezas para el desastre final que no descansa entre libelulas y gusanos.
La maldad busca desprenderse como sea del mundo paralelo, el bien oculto en las piezas de arte y en los rostros menos esperados, esperando la estocada.
Tanto el amor como la guerra aguardan de las estrellas vigilantes, de los hijos de la lujuria que se desataban en calor humano, nos permitimos amar el amor y odiar la guerra. Otros amaron la guerra y odiaron el amor, viven entre gritos de confusión y en cruel soberbia que la agonia no descansa ni en sueños.
Todos cansados, añorando el desenlace de la pelicula.
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