Añoranza

Soledad

Entretejidas entre las fibras conjuntivas
de mis riñones
las contorsiones de la vida certera
se manifiestan en la piedra de una manera trágica,
diminutas semillas de la nada.

La luz también, sobre la mácula
forma los fosforescentes fantasmas raídos

de imágenes que se han ido perdiendo
en los arrabales
del pasado, entre mis sueños.

Las uñas apenas cortadas y sucias
arañan sin frenesí ninguno la piel seca
de unos brazos que han olvidado el calor,
la pétrea dulzura de algún abrazo,
la tersura de algún talle perdido de alabastro.

Los descoloridos labios, resecos y casi heridos
sedientos del agua agridulce de unas lágrimas,
extasiados ante el recuerdo de unos besos…
permanecen quietos,
cerrados en el fragor de unos silentes alaridos.

Los latidos son solamente rumores lejanos,
extraños tambores redoblando en lo profundo,
en la maraña de músculos y huesos y tendones,
en el primer respiro, enhebrados en los hilos de los gritos
de los amores olvidados.

La mente ha bajado la guardia,
ya las atalayas están vacías y las almenaras
se han apagado en los encajes de la noche,
la vida ha cesado de vigilar los campos sin viento…
un manto blanco se ha extendido sobre los sauces
de mis jardines solitarios.