AL VUELO DE UN COMETA LEGENDARIO

Oh ráfaga indomable que navegas el cosmos infinito,
con tu larga cabellera de oro a reventar.
Los antiguos se escondían a tu vuelo, temerosos:
Sus profetas prometían días negros de eterna oscuridad.

Hielo, polvo y rocas se gestan en tu encendido vientre,
con su humeante cola cual apéndice imposible de atajar.
Íntimos novios te habrán obsequiado en sus noches sudorosas;
los poetas se inflaman al evocar tu fuego astral.

V

iajas errante, díscolo, desbocado, tal vez loco,
y algunas veces habrás rozado con furia nuestro lucero azul.
Mágico, místico, exuberante, sobrio,
rompes lejanos cielos en homenaje a tu padre el Sol.

Marchas desde los confines de Plutón, ya degradado,
y acaricias la órbita de un planeta a otro en tu rojo gas.
Bendito quizás fuiste en los días del Mesías glorioso.
Acaso serías la Estrella, el gran faro de Belén.

Oh estela de luz que se dibuja en lontananza,
y resplandeces a los ojos como un fugaz volcán.
Silentes sabios se arrojaron a entenderte,
y después de tantas lunas aún despiertas curiosidad

Edmund Halley te rescató para la ciencia.
No sé si Newton alguna vez tu rastro vio.
Cada 76 años nos visitas con precisión de relojero,
dejándote seducir por esa fuerza que llamamos Gravedad

Música: Alpha de Vangelis