Sonetos XXI y XXII

2016 Mar 04
Poema Escrito por
Conde Waldstein

Soneto XXI

Rindió el bastión sus torres y su muro,
Sus piedras y su fuerza, y, generoso,
El cielo se hizo claro y espacioso,
Soltando sus corceles sin apuro.
La sombra desmintió su velo oscuro
Dejando que bullera, luminoso,
Un sol febril, acaso temeroso
Del hielo de la noche, el aire puro.

El mar halló el pincel que, con el día,
Manchaba con sus fuegos el paisaje,
Llenándolos de luz y de belleza.
Cansada de esperar, tu voz dormía,
El alma presta, lista para el viaje,
Helado el pecho, viva la tristeza

Soneto XXII

Recuerdo tu mirar, que, perezoso,
A veces quejumbroso de la vida,
Los párpados cerraba, si, dormida,
Buscabas un descanso más gozoso.
Sentada en la butaca, con reposo,
Solías ver las horas, su partida,
Corriendo a la aventura, y, aburrida,
Salvabas un bostezo generoso.
El sueño era en tus carnes un consuelo
Que siempre tus plegarias suplicaron
Aquellas tardes grises y otoñales.
Soñabas, y tus sueños eran cielo,
Descanso a los dolores que segaron
Sonrisas, otras veces, con sus males.

2005 © José Ramón Muñiz Álvarez
“Las campanas de la muerte”
Primera parte: "Los arqueros del alba"

2016 Mar 04

Conde Waldstein
Desde 2016 Feb 07

Conoce más del autor de "Sonetos XXI y XXII"