SIN ESPERANZA.

La vi en una iglesia, cual Ángel del cielo;
cubría su rostro con un manto azul;
me dio una mirada a través de su velo,
que pude captarla, bajo el claro tul.
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Sus ojos azules, cual lagos en calma,
que nunca en la vida los pude olvidar
turbaron la humilde paciencia de mi alma,
cansada en la vida de tanto soñar.
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¿Por qué se ama tanto lo que es imposible;
la sombra de un ángel, que es una quimera?
Aquella visión como el aire, intangible,
pasó por mi vida como ave viajera...
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Qué amargas sorpresas nos deja el amor:
Si no es alcanzable se vuelve infernal,
y cada recuerdo nos deja el dolor,
igual que la herida de un fiero puñal.
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Ayer, en el parque, jugaba en la fuente,
radiante y hermosa, la quise eludir;
traté de ignorarla, y, alzando mi frente,
miré para el cielo, para no sufrir.
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