Siete mil siglos de existencia

Alcanzado el altar de luces,
un abrid causal;
el beso de vida.
Viento cruzado
que abriese el páramo, llanto puro;
tonos de un solo latido.
Legar el alma al invisible velo eterno;
el decálogo…
Espejos de la esquina temerosa,
dentro de los sentidos, de sueños asustados.
Un andar por el confín del mundo
con la lluvia dentro los ojos;
que secasen a la luz de luna eterna.
Por la séptima puerta
un vientre de un sueño que espera;
que anuncian estrofas de ribera,
hechas mañana.
Primitivo barro en el aire
de un remoto azul verdoso.
¡Siete mil siglos de existencia!...
Reclinada en el tejido crepuscular,
viviendo de las virtudes de los versos;
desde éstas, las melodías esmeraldas
que exhalan por encima del ocaso.
Sedienta cuna…
Dónde no fuimos el otro
y por consiguiente, no fuimos ninguno.
Autor: Gabriela Ponce de León
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