A Rubén Darío (en el 155avo aniversario de su nacimiento)
Rubén Darío, gran Aedo, mago de la palabra
universal que se abre con un abracadabra;
hasta mi orilla llegan las perlas de tus versos,
disipando tristezas y creando universos,
con el mítico encanto de paraísos griegos,
en donde Orfeón canta entre Sátiros ciegos
de selvas mágicas _cuna de la vida que brota-
y que se multiplica en áurea y fantástica nota.
Nada falta, poeta, a tu cosmos divino,
y en el azul de ensueño de Ninfas y Sirenas,
el triste peregrino puede calmar sus penas
sobre el mar espejado de infinitos colores,
donde los abatidos divisan los albores
del bello paraíso donde el agua murmura
sus cantos de Sirena a la Madre Natura.
¿Escuchas, vate amigo, mago de la palabra,
los versos que aún brotan en un abracadabra,
de la fuente del cosmos divino de tus versos,
a pesar de las guerras y conflictos diversos
y el mar apocalíptico que va en rojo teñido,
el aire tan pesado como plomo fundido
y Madre Tierra lanza su estentorio gemido
porque ya no resiste más miseria y más ruido?
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III Año de Pandemia
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