RECUERDO NOCTÁMBULO

Siempre sostuve que algún día tendría la razón, que algún día podría apaciguar y así encontraría lo que me faltaba, lo que le faltaba a mi vida, y así podría estar completo.

El día se desvaneció y la noche llegó en un parpadeo. Mis ojos negros se apagaron y el alma se liberó para viajar al mundo de los sueños.

Mi cuerpo pálido y escuálido tocó la puerta del silencio más oscuro y, sin darme cuenta, el infierno se hizo más corto, y mientras la noche menguaba en plena juventud, yo dormía para descansar.

La cruz de mis manos y mi mente en el mismo sitio, ya que todo era tan evidente y preciso como ayer. No sé por qué, pero me sentía despierto; tan poco muerto, me sentía solo.

Las cortinas del firmamento se abrieron y desde lo alto un ángel descendía. Lo presentía, sabía que estaba ahí, y como pluma ligera cayó sobre mi almohada susurrándome sus dulces palabras.

U

na nube blanca bajó y se puso enfrente de mí. El ángel con voz suave me decía que subiera a la nube y que no podía bajarme de ella hasta que despertara; si bajaba de la nube perdería lo que más amaba. Era una promesa, no debía bajarme de la nube, pero lo hice, me subí y desde ahí pude notar que en sus ojos se podía ver el miedo, la desesperación y la tristeza. Mis manos se atrevieron a sujetar sus manos, pero me fue imposible.

Nunca me alejé de su presencia y creí en su boca y en sus delicadas pestañas. Sentí paz, tranquilidad, todo se sentía incondicional, que parecía real aunque mi conciencia sabía que nada era cierto. "Reacciona, solo es un sueño".

Dejé de escuchar su voz y su rostro desapareció, creí que había despertado, sin saber que había caído en manos de Hypnos porque lo divino ahora era negro y vacío.

La voz ya no era dulce, era desgarrada y grave. Mi cuerpo sintió miedo y quería despertar.

La voz me decía que pusiera mis pies en el suelo, que ahí debajo de mi cama encontraría lo que me faltaba, y por temor a no despertarme me levanté y miré debajo de mi cama y solo encontré una infinita soledad.

El miedo al miedo me hizo romper la promesa del ángel, la nube ya no estaba y mi alma volvió a su cuerpo y desperté. Abrí los ojos y tenía los pies en el suelo, respiré, me calmé. "Solo era un sueño".

Seguí mis días normalmente pero no dejaba de recordar el sueño, la voz del ángel, la promesa, la nube, como si todo hubiese sido real, como si eso pudiese afectar a mi realidad, pero no había pasado nada.

Pasaron casi dos años después de esa noche. El móvil sonó de manera inusual, una llamada, un número desconocido y, por alguna razón, no quería contestar y mis manos comenzaron a temblar y luego de pensarlo, contesté.

Un accidente de tránsito arrebató su vida. Ella iba sola, los frenos estaban bien. Mi esposa falleció de una manera extraña, el coche estaba totalmente destruido y ella no tenía ni un rasguño, ni una gota de sangre. Su cuerpo estaba intacto, ella estaba allí, con una sonrisa en su rostro, como si estuviera durmiendo.

No perdí lo que más amaba, o eso es lo que quería pensar. Perdí el amor de mi vida. Su alma voló a otro lugar, su presencia no duró para siempre como alguna vez lo prometimos.

Lágrimas derramé sin cesar y en mi cara se podía notar que la tristeza me devoraba en vida. El día de su funeral una fuerte luz por unos instantes iluminó el lugar y recordé aquel ángel, y recordé sus palabras y ahora mi esposa es mi mayor recuerdo. Tal vez ella era ese ángel con el que soñé esa noche mientras mi alma posaba sobre una nube.