Recorrido pormenorizado del mar

Como ave jarifa y desvelada,
amanece cautivo de las olas,
levanta su ala humilde y extendida
cayendo en granos y perlas amarillas,
como relámpago e la niebla matinal,
atraviesa los cristales hibernales
entre la arena de los pies mareados.

Tras las algas remolcadas por el meneo,
se dividen los días ondulados,

vuelan colores, saltan colores,
enhebrando barcos brujulares.
Encuentran un mar de crustáceos y peces
mar de lágrimas y entretiempos
de manos extraviadas.

Corre entre el desordenado pellejo
rasgado por el desacato de gaviotas,
perforando de tanto anzuelo,
de tanto.
Y es el blanco mar
camino de marinos fugaces,
que vuelca por la tangente costera,
esucrriendo el viento entre los dedos.

Abierto sonreir se gotea
y se expande como luciérnaga en la noche
mezclando las esencias mojadas,
gestando el misterio de los náufragos.
Brotan como frutos de la tierra
por la influencia del tiempo beato
los oculta como vegetal incorpóreo.

Mar de necesidades salvajes e infinitas
que llevó la aurora a su manto,
dejando las huellas zigzagueantes
cual faro emerge de la masa crespa.
Rebela los signos henchidos
de las líneas plasmadas y reducidas.

En el campo de caracolas
el astro prohíbe su imagen suprema,
empapado el salero acecha el viento
invade los senderos
buscando el hito del peregrino,
furtivamente asalta el puerto,
desaparece en el horizonte.