PROSA

Es que los días son un cauce por el que fluyen las aguas circulares, mientras mi voz de papel se desmenuza: a quién dirijo mis cantos ahora sino al viento que me sobrepasa, llevándolos lejos de mi oído para sostenerme viva.

Memoria: hunde tus blancos pies en la muerte, sé pasto de las raíces del cosmos, para renovarte con el vacío y no exista más deseo que el de pertenecer a un rayo de luz en el ocaso.

La esperanza es opio en mis venas, la maligna ilusión que abre mis labios para recibir un beso: ajena me resulta esta imagen vigorosa del cielo en tormenta...

Ella permanece en mí, latiendo angustiada. Palpita enterrada bajo mis carnes, inútil y sedienta. Ella es mi río represado...