Primera visita al Colgáo.

De cuando al final de una escalera interminable
descubrí una puerta diferente.

Una escalera interminable, caras extrañas que te ven pero no te miran
Paredes felices por los garabatos y los poemas inducidos por el jengibre;
Humos de la pipa marroquí,
kamasutras disueltos en tazas de café;
Y el hombre Colgáo cabeza abajo que nos mira, en todas direcciones.
La pared roja, la conversación y los cojines en el suelo,
Las películas silentes y los oficios notables, también la pared roja.

Una tranquila intranquilidad interminable y una pared roja,
Unas letras con caparazón medieval
y una muchacha nueva revoloteando entre trastos y fumarolas.
Una escalera con caras extrañas en esta ciudad tan plana,
Una puerta diferente,
Mi tranquilidad en aquel rincón, donde era yo
Quien disfrutaba del humo,
la sorpresa diluida en una taza de café
Y la mirada del hombre Colgáo cabeza abajo.