PALABRAS QUE SON PALABRAS

En las calles no aceptaban
más almas aquel día,
era un domingo de santería.

Allí exploto al observar
que todavía rezan los sacristanes
que insisten en salvar almas.

Nos quedamos en el atasco venenoso
a la salida de los limbos agrestes.

Desde el retrovisor vimos alejarse
la imagen entrañable de dos ancianas
en carcajadas, y ocultándose de una cámara
hacían visible la humildad senil.
Mirada hacia adelante,
dos tricornios ajustados,
dos camisas verdes
y un zapato colgado en un semáforo.

Palabras que son palabras en mi carro:
-Tú eres un alma perfecta,
desearía serlo yo también,
pero sólo soy un hombre extraño.
Existes en una estructura generosa
y un fondo de actitudes hereditarias.
Sola sin el recuerdo de un dolor,
vives embriagada el sueño de un amor-.

La iniciativa la llevó el pecado
de querer estar contigo,
elegir entre estar ciego,
o prescindir del olfato.

-Permíteme odiarte sonriendo
y honrarte desapareciendo.
Tu valor y énfasis espiritual
dependerán de lo que los buitres
y los depredadores de estrofas decidan-.

Yo creía en la monotonía
para que mi tiempo avanzara sin
piedras haciendo guardia en el camino,
en los mapas manchados de yodo
y en mi vuelta a la calle del desliz.
Tú me seguías, aún sabiendo
que ese no era tu destino.

No esperaré a que los buitres
caigan para robar mis ojos,
no les daré tiempo,
antes me los arranco.

No esperaré a que dinamiten mis oídos
con palabras que son palabras.
Permíteme olvidar y tú
escribe con tu dedo en el barro.

Palabras que son palabras:
-Termino por advertirte,
a mí no me salva ni dios-.