Nuestra rebelión
Apenas tu brazo mi pecho atravesó,
una luz blanca se encendió;
Naufragó el tiempo en ese efecto
y la ciudad en un instante se vació.
El hielo en la calle, la tarde encriptada,
l
las cajas vacías de sonrisas sin esplendor,
fueron cayendo rendidas ante este tenor.
La eternidad se desvaneció
entre las sábanas compuestas de sudor,
y los pájaros sosegados
sedujeron hasta el presente desolador.
La ropa en el suelo tiramos sin vacilar,
la urgencia del deseo que nos animó,
juntó universos que no conocíamos
hasta la hora en que el reloj nos desvistió.
Una noche que dio el presagio
de encontrar en el placer a la liberación,
y la redención en nuestras pieles
de formar de a dos una ansiada rebelión:
Contemplar el paso efímero de la vida
en los ojos ajenos sin nada más que decir,
sin quitarnos el brillo ni la otredad,
derritiendo en la cama tanta soledad.
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