Musitándome
Vas con cuidado,
aspirando mi nombre.
Me acerco, pero no te oyes.
En lo más bajo está el hombre.
Y dichosa es la mujer,
tanto lujo he de ver.
Brilla en incandescencia
sus avergonzados mofletes.
S
al atardecer.
Piezas de arte florecen
al amanecer.
Y en la noche,
la penumbra,
recorre mi espalda dulce,
en la oscuridad profunda.
Si te acercas,
puedo entenderte.
Pero por la lejanía,
no logro atenderte.
Y comprender,
que algo ocultas.
La noche se hace cómplice
de todas mis preguntas.
Oh, blanca Luna.
Dile que no susurre
nuestros nombre,
pues envidiosos
son los hombre.
Y dile que es extraño,
es lo mismo cada año.
Dile que le puedo dar
toda mi capacidad de amar.
Y si rechaza,
ofrécele mi alma.
Que la venda si quiere.
Que no importa,
que de todas formas,
igual se le quiere.
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