MÓNADA
Ven.
Sabes que te llamo para amarte
Hacer de tu cuerpo el altar donde la vida se celebre a sí misma: haremos el ritual tantas veces repetido a lo largo de los caminos; pero esta vez -la nuestra- tendrá el sabor del encuentro, extraviado en la memoria del alma: su lenguaje, marchito en la espera de los siglos, despertará -nuestro- en el instante en que nuestras lenguas se enreden buscándose. Tus manos -las mías- abrirán espacios para la piel, hallarán el lugar ignoto donde se esconden las ansias; y la boca -mía- vestirá tu cuerpo de humedad; descendiendo lentamente, trasmutaré tus infiernos
El cósmico principio de la mónada tornará su forma original en el segundo en que no seamos más dos, condenados a la errancia: la redención será sellada en tu orgasmo y el mío.
Después, volverás. Yo volveré, quizás. Acaso nunca más la piel: mas la vida tendrá en su esencia nuestro diapasón para siempre. Hasta que nos volvamos a conocer...
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