Miedos previstos
cuando nacemos nos confunde una gran luz que no nos permite abrir los ojos.
a tal punto que sentimos miedo, lloramos con tantas fuerzas que desconocíamos tener.
por suerte ese ser maravilloso a quien desde ahora le llamaremos mamá, nos abriga y nos abraza, y ese hombre serio pero imposibilitado de retener sus lágrimas, a quien a partir de este momento le diremos papá, nos acunan, nos miran con tanta ternura que no podemos evitar sentir que pronto volveremos a ese vientre de seguridad y calor que ya no nos protege. pero eso no pasará!
y es que esta nueva vida ya ha comenzado!...
- diga mamá!...
- paa páa!
- arriba!!...
-vamos!… al colegio!…
-eso no se toca!...
-haga las tareas si quiere salir a jugar!...(y todavía hoy no entiendo por qué lo de “usted”)…
- mmm… no lo sé, mañana hablamos!...
pero mañana nunca llega…
ya dejamos de ser el centro de atención de todos y las preguntas solo tienen respuestas en nuestra imaginación, o en lo que nos cuentan nuestros amiguitos, los más grandes claro!…, los que suponemos que saben más.
por cierto cuando somos adultos y un día decidimos tener hijos, juramos y re juramos no cometer los mismos errores, pero no es tan fácil y al final caemos, en el mismo lugar y de la misma forma… con los mismos miedos previstos, los que por algo nos trajeron pataleando y con un profundo llanto a este
maravilloso e incomparable mundo.
roberto peiretti
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