Memorias de un solitario

Era una noche más, vacía en mis púpilas.
El frío brillo de las farolas
helaba las frágiles hojas que volaban
hacia un rumbo vago, desconocido.
Miraba, entonces, la ternura
de aquellas memorias juguetonas
que como piezas de rompecabezas
se juntaban en la luz blanca del cielo.
"
Acluclilladas cuchillas apuntaban:
trémulas, dudosas, abatidas.
Imposible era, evadirla.
Era la verdad solitaria y acerada.
Aquella termita que carcomía la madera
del centro de mis labios.
Estaba lejos, más lejos que nunca,
puesto que nunca hube reparado
en que aquí no estaba.
Cual cabaña abandonada,
en la cima de un monte desconocido,
estaba abandonada, más lejos que nunca.
Premeditadamente, en premura,
abrazó mis palabras con su sonrisa
en un ayer.
El límite del tiempo juzgado,
no bastó, no basta.
He mezclado mil relojes en locura.
Vuelve arrepentida la penumbra.
Arriba en lo alto, a sus anchas,
se dibuja su silueta de espalda.
Aunque nunca estuvo.
Y las historias que hoy se cuentan
nunca hubieron de elevarse al firmamento
porque está muy lejos
oh, más lejos que siempre.

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