Lo que queda.
No tengo ganas de escribir pero debo.
Debo antes de que el tiempo me haga polvo.
Antes de que el sueño me sofoque.
Antes de que un nuevo sol salga.
No tengo más que esta partícula de nada, que esta noche sin estrellas.
Pero está ahí, tiritando, y no se apaga.
Me habla, me susurra, me mantiene abierto, me da la fuerza de luchar, pero la batalla está perdida, pero estoy en la batalla.
No te apagues y me dejes solo, en la multitud, en los bares donde se escurren los ojos por el cloro del orinal, en las fiestas donde no logro empatizar, en las cenas familiares, donde los dedos apuntan sin cordura y sin visión.
No me dejes, solo en la banqueta, con el frío de la noche, con la lluvia ensimismada, con el ruido de patrullas, los otros borrachos, los otros...
Y aunque el cielo nos aplaste, aunque no se pueda entrelazar, aunque el miedo crezca y la pereza atormente, nos tendremos, para siempre.
No me dejes que me pierdo.
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