La breve intimidad en mi espacio

Voy despacio, y el presto fuego al rededor, adormece el dolor de mis pasos, y mis manos se calientan y me atrapa la tormenta en tus labios.
Y a tientas, con mi cuerpo etéreo, y palabras cortas, sustancias recorriéndose para partirse en gotas, mi bonhomía y mi amor te los ofrendo sin sus ropas.
Que bueno es el viento, que nos ha estado consintiendo y mis dedos no se han entumecido, las calles sin nombres, la transformación de los pronombres y la aceleración de los latidos.
Y al final, soy el ave voraz y obedezco la petición de tu sentido, calando la cavidad angelical para la confección de los vestidos, que engalanaran el vasto amor, la concepción y sus fluidos.
Marlon Argüello Vargas
10.12.19

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