Ilon Mask
Sé muy bien de lo hostil de mi cambio de maneras,
mas si la cabaña cae, se cambian las maderas;
mi banda favorita no saca discos nuevos,
porque el vocalista también tocaba el violín.
Vos y yo vimos el huracán que se aproxima,
creyendo un segundo que llevaba a la cima,
ignorábamos entonces que abajo es arriba,
no sabíamos que el tótem era la mentira.
Y
a los cuatro vientos sin una consecución,
¿De qué sirve que rompa el silencio la mujer
violentada si, igualmente, ha de perecer?
No, por favor, pegá a tu dedo el gatillo,
no tengas miedo de oprimirlo
si el sustento se vuelve empujón.
Haz el favor de apretar bien el martillo
y a nuestra guadaña sacar filo
si el abrazo se vuelve opresión.
Sé, mi amor, el escudo ante el huracán.
Me cansé de seguir arando sin ton ni son
tierra de nadie perdida a la mano de Dios;
me harté de que cada labio que me besó
supiera a cianuro y oliera a alcanfor.
Ya me estoy hartando de gritar revolución
a los cuatro vientos sin una consecución,
¿De qué sirve que marche, impenitente, el gay
si morirá igual en nombre del dios que rezáis?
No habrá que valgan excusas,
no habrá que valgan razones
cuando hayamos perdido a las musas,
seremos, de poetisas, polizones.
¿Ves, sin error, que nos roza el huracán?
¡Sé, mi amor, vos la tempestad,
el eterno temporal
que nos matará!
Y es que está tan claro
que muero por dentro,
lo ve todo el mundo
porque no está ciego,
ya que no habrá faro
fuera del tormento
de hablarle al besugo
que moriré oyendo
un "yo igual te amo
mas, dime, sin miedo:
¿qué vamos a comer?".
Y es que está tan claro
que no habrá perdón
para aciagos panes
ya desmenuzados
por una deidad
que no tiene amparo
por la inanición
que sufren imanes
que no han encontrado
su polaridad.
¿Qué haría en nuestro lugar,
si es que estuviera, Ilon Mask?
¿Se atrevería a jugar
contra fuerzas que huirán
de nuestro mental diván,
de nuestra cárcel mental,
nuestra comprensión oral,
nuestro lenguaje ancestral,
y que siempre lo harán?
Solo un valiente rapaz,
solo él sería capaz
de su corazón lanzar
y, en el proceso, alzar
su inequívoco sieg hail.
Y yo, por mi parte, doy la bienvenida al huracán
¿Quién lo sabe?, algo bueno podría acarrear
en estos tiempos terroríficos en los que han vuelto
los peores monstruos que esta historia alguna vez tuvo sueltos.
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