Esperando que vinieras

Oh dilema de los eternos amantes,
hazme saber si mi insensata estupidez
llama más allá de las súplicas disonantes
más allá de lo resuelto y lo esperable,
porque no concibo estar del otro lado
no sin tu permiso, surrealista perpetuador;
magnético sustento has de mi un escritor prolífico
mientras este sentimiento de fuga racional
se cuaja desde la frustración del desconcierto
y así diluir esa personificada silueta simbiótica,

reinante entidad que esperas por la resignación austera
que escoge el condenado desde la dulce mentira

Alejado en la magra consolación del escrupuloso devoto
la entereza me sujeta en el error y en la vergüenza
mientras tu presencia aún permanece intangible
desbocando recuerdos legítimos desde el agudo ángulo
del umbral donde el placer y el dolor
son confidentes pugnados
que reclaman la depuradora visita
solo una vez más, solo un momento más y nada más

Esperando que vinieras
deserté del lúcido embate del tormento,
sujeto al llanto que cuela a través de la prosa
mientras me habla el silencio ajeno,
es solo la verdad silente la que nos provoca
y la arrogancia de la soledad la que nos destroza,
manejando al iluso poeta que espera ser salvado
por el mismo beso que quema los átomos
que circundan las mareas de incorpóreos deseos lozanos

Nuestros cuerpos son constantes moléculas
destinadas a encontrarse fuera de este mundo,
yo contigo, seremos el yugo inconexo,
seremos lo que reclama la naturaleza sin tener que pedirlo
incomprendidos lenguajes suspendidos
en la vertiginosa seducción del olvido,
un amor incompleto, desintegrado en el reflejo de un espejo
diluido en ánimas fulgurosas al filo de aquel brillo
que reclama la depuradora visita
solo una vez más, solo un momento más y nada más;
esperando que vinieras
las sombras se han callado
para por fin encontrarme conmigo mismo en el día reflexivo