Entre el universo y el todo, la esencia y el ser.

Ante la universalidad de
nuestra existencia,
la propia esencia de nuestro ser
y el vínculo constante con
el universo.

No es enfrentamos a una
realidad profunda,
por lo que pasarse por la vida
sin cuestionar ciertas cosas

ni hacerse preguntas,
más allá de lo que es
evidente en el propio
proceso vida-muerte.

Sobre los misterios, detalles
e incógnitas que nos rodean,
ante un tiempo tan fugaz
e inexorable,
donde todo aquello que merezca
ser profundizado, si no se hace
se pierde
sin llegar a florecer.

Es como caminar dentro de
un bosque con auriculares,
sin fundirse debidamente en él,
sintiendo su propia
esencia y ser.

Dejándose llevar por la corriente
de lo común, cotidiano y
generalizado,
sin cuestionar los detalles
y misterios que nos rodean.

Por el río
de la vida es andar despistado,
sin la debida profundidad
espiritual y curiosidad
de navegación.

Dejando pasar por alto esos
misterios que rodean
a nuestra propia esencia,
energía y ser, en relación con
un todo universal,
interconectados de manera
clara, evidente y en plena acción.

Dejando pasar lo evidente
e incuestionable,
pues si todo lo que existe
tanto aquí en la tierra,
como en cualquier
otro planeta, universo
y galaxia.

Y por absoluta intuición,
que en cualquier lugar,
esta a su vez interactuando
con algo.

Existe por ello
también una alta probabilidad
de que la NADA
no exista, y si
esto es realmente así:

¿Qué es la muerte un
fin, o un medio para
algo imposible de saber?