El techo de la noche
La incógnita misteriosa
abrazada a la sigla bemol,
enunciada toda estrofa
al interior de los ojos verdor,
hirviendo repasadas las memorias.
Taciturno el mundo
caído el techo de la noche,
escuchase a la llovizna
nutriendo en su rocío
La gesta posible, desarmada,
en la abertura a la utopía
de los peces que andando van.
Cautiva… respirado el color miel,
se avivan los retratos
encarnados, fieles, recelosos.
E inmóvil la estrella hambruna, fija,
sustentase el abismo,
que diese llama a la llama
en la columna de un pecho abierto.
Así, transitada la brecha de piedras
en ambición de un viento mortal;
labrase un jardín del almendro
envestidura perenne del nido nemoroso,
apilado en cada amanecer.
Resonancia ardiente
circundando la plegaria, el secreto,
la llovizna, el eco, la fragancia, el vacío...
-y más que un relámpago, un milagro-
en el umbral pardo.
Lóbrego murmullo
descendida la palabra al interno precipicio;
vestiduras de un rayo raudo
que se halla atravesado por la lanza
de la fuente pluvial.
ϴ
Fondo musical: Andrea Bocelli- E chiove
Febrero 7, 2024
© 2024 Gabriella Ponce de León- La Dama Azul
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