El fantasma Cataplasma (cuentos infantiles)
La historia de Cataplasma es para echarse a temblar.
Un fantasma con histeria, al que le da espanto salir del camposanto.
El maestro, Don Mantecado, de la escuela de fantasmas, está muy disgustado.
A su pupilo no le gusta asustar, y así no va a progresar para obtener, el título oficial de fantasma en la sacramental.
Cataplasma piensa que dar miedo no es propio de un fantasma moderno.
!Si hasta prefiere ordenar enseres, antes que atravesar paredes¡.
Del aula del colegio, le han enviado al despacho de “Don Conrado”.
Así pasó el tiempo, y del coraje que le dio el mandato del decanato, comenzó con una tos perruna.
En la consulta de “Don Granado”, el licenciado, le recetaron caramelos de anís, para tomar después de las partidas de parchís.
Para el juego de las fichas y cubiletes, se reunía con sus tres amigos de trabajo:
“Don Francisco”, el párroco monacal, “Don San Juanero”, el jardinero, y “Don Andrés”, el enterrador y guardés, al que siempre le acompañaba, “Pelandrón”, su perro “santurrón”.
Sin embargo, en el camposanto no todo era ocio; pues, nuestro fantasmilla, que ya estaba en plantilla, cuidaba con esmero singular, el lustre del santo lugar.
Y mientras curraba cantaba:
-Con mi sábana blanca y una bayeta, abrillantaré la lápida de forma rápida.
Y coreaba:
-El columbario ha de quedar reluciente como el sol naciente.
Además de contribuir a la limpieza, Cataplasma ayuda con los ingresos de la venta de recuerdos a los visitantes.
Borricos de paja y botijos que fabrica en su escondrijo.
Decía “Don Amador”, el prior mayor, que los fantasmas no deberían regentar negocios, aunque fueran vistosos y hacendosos.
Aunque este hecho le fastidiaba, se callaba cuando contabilizaba tan pingues beneficios.
Y es que Cataplasma es bueno en su oficio.
Se entusiasma cuando habla a los turistas sobre un ungüento fabuloso para el reuma, aunque en realidad no se trate más, que una historia inventada de una pomada bien adinerada.
!A 20 reales el frasco oiga¡
Pronto vendrá la época de las Pascuas y Cataplasma aún está en ascuas.
Con tanto ajetreo de quehaceres no habrá terminado los deberes escolares, ni llegada la época de las vacaciones estivales.
Vaya tormento para el tutor Don Jacinto.
Como el fantasma no apruebe el curso, le envía de nuevo al convento.
Para pasar la evaluación, al menos deber aprender a decir buuu, y hasta la fecha no dice ni mu.
¿Le ayudas tú?
© 2022 Juan Manuel Samaniego OcaÑa - "El fantasma Cataplasma"
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