EL CISNE

Éste rey luminoso, ésta egregia figura
de impávida realeza y de marmóreo triunfante,
es el hijo dilecto del olímpico habitante,
amador de la sacra y sonámbula escultura

de Leda. ¡Alabastro de mítica hermosura!:
cuando al rubio Lohengrín con su ebúrneo olifante
arrancaste del sueño de Elsa de Brabante,
fue, mirífico esquife, tu harmonía más pura.

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�Blanco cisne de seda, blanco cisne de nieve!, del albor halla el bardo invariable tu ejemplo; la tiránica albura de tu ser me conmueve...

Los olímpicos dioses te concedan un templo
donde pueda adorarte al capricho más leve, blanco cisne sedeño que prendado contemplo.