Decir que me facinas
Sufro sismos en las cuerdas
de mi boca enamorada,
enfermas de epilepsia
que provoca esa mirada.
Arrastrado en las mareas
¡de un cosmos impertinente!
cuyos destellos altaneros...
te regresan a mi mente.
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¡sentir que mi carne se quema!
¡partiendome con tus uñas!
¡suturandome con tus llemas!.
Quiero oler tu cabello,
inundarme de tu saliva,
saborear de tus pesones,
recorriendo tu barriga.
¡Y tu cual angel caido!
¡y yo cual imbecil mortal!,
en el climax de lo terrestre
con la propuesta de gozar.
¡Comeré espinas de cardo!
¡y acido de batería!
bajo el fin de tu mirada;
¡por el fin de la alegría!.
¡Y tantas letras sin sentido!,
¡abortadas en gestación!
o suicidas de las vigas
de las que pende el corazón.
¡Y es tanto puto embrollo!
para lo que ven las retinas;
y es que es tan complicado...
El decir que me facinas.
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