Confesiones

Vida, no es el ocaso, tampoco la aurora;
Pero en esta noche en que las penumbras destilan tu savia,
siento preciso deshojar mis estrofas y confesarte mis caliginosos yerros de otoños…de primaveras.
Decirte vida; que el tictac del reloj marco ya muchos otoños, primaveras, inviernos y veranos.
En cada una de ellos mi alma se ha impregnado de incontables memorias,
de narras, de pasiones, de foscos amores que estrujan el alma.
Dolor de amores a veces causé y dolor de amores a veces degusté.
Prometí amor no sé cuántas veces y no sé cuántas veces mis promesas profane.
Recibí mieles en besos y muchas veces, agrios desaires solía retornar.
Brinde besos dulces y ellos dulce sabor insistían no dar.

Hoy, después de perder tantas huellas por esos inviernos y veranos de primores, de aflicciones;
Ya no quiero más, enredar mis miedos con los demonios que ofrecen los rencores.
No quiero más, volver a besar los semidulces de ayeres, melódicos marañones sin perdones.
Por ello ando perdonando mis perdones,
las falsías propias, las falsías impropias,
Ando ahogando vida, estufas de hipocondrías;
Y al retorno incauto más fantasmas persiguiendo mis alegrías.
Fantasmas que los creo sepultados, más llega septiembre y nomas flotan de la nada.
Por ello vida, quiero rociarlas todas, con lluvias de azul almíbar intentando salvar;
El camino no andado, las lágrimas que no entendí, los días que se fueron,
las promesas quebrantadas, los perdones entorpecidos, las palabras que nunca se dijeron,
los besos robados, los abrazos no dados ,las sonrisas fragmentadas, los te quiero que nunca llegaron.
Y todo aquello vida, que aún falta aflorar …

Tangarana, 2014